Todo lo sucedido dentro de la empresa ENRON podría ser analizado desde
distintos puntos de vista. No obstante, a pesar de sus diferencias, la
conclusión de todas estas opiniones llevarían a un único acuerdo: la falta de
ética y moral en las distintas acciones que mostraron sus resultados en la
quiebra de esta gran corporación.
La junta directiva de ENRON se vio enceguecida por la ambición y las
exageradas utilidades que podían ganar. Es así, el grupo ejecutivo hace denotar
la falta de visibilidad moral en su actuación ética corporativa.
Existe dentro de la empresa, un registro de jugadas, de parte de los
directivos, que sólo corroboran, otra vez, su falta de responsabilidad
corporativa. Lo que resalta de modo irónico es la propagación, mediante usos de
marketing, de la cultura organizacional de confianza y preocupación por los
distintos aspectos empresariales. Los ejecutivos proliferaban, a través de los
medios de comunicación, su interés por mantener una base de sostenibilidad ideal.
Sin embargo, lo que decían sólo se quedaba en falsas palabras que
lamentablemente todos los inversionistas minoritarios creyeron. Y fueron estos
los que se llevaron la peor parte en la historia del fraude.
Para entender mucho mejor la situación de ENRON, se hará un análisis de algunas
de las variables de intensidad moral que más se relacionan con el caso. Es
decir, se hará una observación de distintos factores decisivos en la empresa que
no permiten ver la situación real con la claridad suficiente.
Ø Magnitud de las consecuencias
Nuestra apreciación moral sobre
algo cambia en función al tamaño de las consecuencias que eso tiene.
En este caso, los ejecutivos tomaron acción
frente a las consecuencias y realización distintas acciones para que salieran lo
más ilesos de la encrucijada a la que se habían metido por los malos manejos
financieros.
Cuando se veía cerca el descubrimiento del
fraude corporativo, los ejecutivos comenzaban a notar las consecuencias de sus
acciones. Y como salida, los mismos aseguraron su propio bienestar vendiendo
sus acciones. Al quebrar ENRON los ejecutivos tuvieron ganancias grandísimas
que denotaban, una vez más, su poca filosofía magnánima con los menores
inversionistas, al no comunicar lo que ya se venía venir. Las ganancias de los
ejecutivos:
- Ken Lay 53 millones
- Cliff Baxter 35 millones
- Skilling 200 millones
Estas sumas de dinero demuestran, de alguna
manera, que su venta bursátil fue realmente exitosa, pero ¿a costa de qué? De
la estafa corporativa. Los líderes empresariales sólo vieron, probablemente,
como único medio, para no salir perjudicados, no decir nada acerca del déficit
financiero de ENRON, de esta manera, al ver el tamaño de las consecuencias de
sus malos manejos empresariales, se vieron obligados a la venta de sus valores
bursátiles para que no perdieran económicamente. ¿Y qué hubiera pasado si
todavía se seguía sin ver ningún déficit? Con seguridad, ellos todavía no
hubieren actuado, su opción por un estilo de vida que incluía la ceguera
ambiciosa terminaba cuando notaban que la obtención de más dinero se veía en
peligro.
De alguna manera, ellos tenían que mantenerse
ganadores con sus jugadas inteligentes, como mencionaban en la prensa: ENRON
era un lugar sólo para inteligentes. Lo que no mencionaron fue que esto sólo
debía cumplirse, principalmente, en aspectos financieros porque el límite de su
inteligencia, para ellos, terminaba en la decisión de aspectos éticos.
Es cuando algo no
parece ni tan malo ni tan bueno porque todos aceptan y
practican lo mismo.
Skilling, CEO de
ENRON, se centró en las relaciones públicas y mencionaba por todos los medios
de comunicación posibles que ENRON era una empresa plenamente confiable en donde
la inversión que uno hacía, con seguridad, iba a traer ganancias: “con ENRON no
había pierde ¿qué esperan para invertir?” mencionó una periodista que
entrevistó a Skilling mientras todavía se mantenía la empresa en una buena
posición económica.
“Nos gusta el riesgo
porque arriesgándote es la única manera de ganar dinero” mencionó Skilling en
alguna de sus entrevistas durante el apogeo de ENRON. Idea que manifiesta el carácter
osado de este ejecutivo. Y, en definitiva, la misma característica que hace
notar su extrema autoconfianza al tomar decisiones que más adelante llevó a la
quiebra a su empresa.
Skilling siempre
mostró una falsa cara de éxito de ENRON a la sociedad y, aprovechándose de la
confianza de su palabra, convenció a todos de que esto era cierto. Se llegó a
una especie de consenso social al aceptar, ciudadanos y empresas, que no había
pérdida alguna si se invertía en ENRON, dada la seguridad de Skilling al
engañar a todos frente a la prensa.
Asimismo, hasta los
mismos periodistas se veían convencidos en que esta inversión iba a traer
utilidades y manifestaban el ¿por qué no invierte en ENRON? a través de sus
medios de comunicación. Todo esto, principalmente por las altas cotizaciones en
bolsa, las mismas que resultaron ser una estafa al final de la historia.
Inclusive, los
analistas de Wall Street también recomendaban la inversión en ENRON. La mayoría
menciona porque confiaban plenamente en lo que Skilling les decía.
Se da cuando algo no
nos parece tan malo porque creemos que no va a pasar nada.
Dentro de ENRON, se
manejaba un modelo de negocio relacionado con la bolsa de valores, en un
comienzo, se creyó que no iba a traer consigo grandes consecuencias, pero
terminó siendo participe de un nuevo sistema de seudo-negocio, el mismo que
causó las mayores desvariaciones financieras, y con ello la quiebra
corporativa.
El negocio de sistema
de valoración de inversiones a precio de mercado permitía a ENRON reservar
beneficio futuros potenciales justo en el momento de cierre de algún negocio. Sin lugar a duda, se veía como una
innovación empresarial de parte de Skilling, autor de una nueva forma de
obtención de ganancias, y sí, en definitiva hubieron grandes ganancias: ganar
dinero fue la reafirmación de que podía ser algo grande.
Sin embargo, Skilling
veía como único objetivo la obtención de más y más dinero sin contar las
consecuencias de cómo lo iba a hacer. Es así, Skilling volvió a actuar y creo una
pseudo-empresa, junto con otros, dentro de la misma corporación sólo para sacar
mayores ganancias para él y para sus allegados. El maquillaje financiero que
utilizó con la ayuda del director financiero Fastow, para realizar sus
fraudulentos movimientos, repercutió en el sistema de valoraciones del
comienzo, de esta manera la empresa perdía dinero y mostraba ganancias falsas a
la sociedad.
Se creyó que podría
manejarse este seudo-negocio, y lo más resaltante es que Skilling considero que
no hacía ningún acto anti-ético ocultando todo lo sucedido. Jeffrey Skilling, CEO de ENRON, mantiene su posición de que trabajó, en
todo momento, en beneficio de la compañía, y lo manifestó frente al juzgado en
donde se veía el caso de fraude.
La fe casi religiosa a su
inteligencia en negocios, hizo que Skilling confiara en que no iba a pasar nada
malo y por eso nunca le pareció tan malo las decisiones que tomaba, sin
embargo, no fue así.
Ø Concentración
de efecto
Es cuando el mismo
efecto no parece tan malo cuando se distribuye en mucha gente que cuando se
distribuye en poca gente.
Se hace evidente que los actos anti-éticos en
ENRON eran casi una cultura dentro de la alta gerencia. No tan sólo por las
acciones conocidas de Skilling o Clay,
presidente de ENRON. Sino también, por otros ejecutivos en la empresa.
Estos comportamientos
vacíos y sin ningún fin más que aumentar su ego a través de grandes sumas de
dinero, eran características no tan sólo dentro de las actividades
empresariales, sino también de su falta de ética a un nivel personal. Un ejemplo: Lou Pai,
director general de ENRON.
El mismo que se fue
de la empresa con 250 millones de dólares al vender todas sus acciones de la
empresa antes de que el proceso de declinamiento financiero se note en la
prensa. Fue tan rápida su salida de la empresa como dudosa las razones exactas
del por qué lo hizo. Este ejecutivo, evidentemente, notó que ENRON era un
castillo de naipes, y se método de seguridad fue alejarse antes de que la bomba
estallara.
En algunas
entrevistas, se manifiesta el estilo de vida de este hombre, quien además de
ser eremítico en sus actitudes con los demás ejecutivos, notaba comportamientos
que dejaban mucho que desear como persona. Él tenía una gran afición por
asistir a fiestas con bailarinas para su diversión propia, sin considerar el
hecho de que estaba casado. La mayoría de ejecutivos en la empresa sabían este
comportamiento. Él renunció a ENRON mientras se divorciaba de su esposa y
comenzaba su nueva vida con una bailarina y los 250 millones que ganó al vender
sus acciones.
Al parecer, nunca fue tan malo los distintos
actos faltos de moral y ética dentro de la empresa tanto en ámbitos
empresariales como a nivel personal.
Realizado por: Laurita Florez Luque.