martes, 20 de noviembre de 2012

VARIABLES DE INTENSIDAD MORAL



Todo lo sucedido dentro de la empresa ENRON podría ser analizado desde distintos puntos de vista. No obstante, a pesar de sus diferencias, la conclusión de todas estas opiniones llevarían a un único acuerdo: la falta de ética y moral en las distintas acciones que mostraron sus resultados en la quiebra de esta gran corporación.

La junta directiva de ENRON se vio enceguecida por la ambición y las exageradas utilidades que podían ganar. Es así, el grupo ejecutivo hace denotar la falta de visibilidad moral en su actuación ética corporativa.

Existe dentro de la empresa, un registro de jugadas, de parte de los directivos, que sólo corroboran, otra vez, su falta de responsabilidad corporativa. Lo que resalta de modo irónico es la propagación, mediante usos de marketing, de la cultura organizacional de confianza y preocupación por los distintos aspectos empresariales. Los ejecutivos proliferaban, a través de los medios de comunicación, su interés por mantener una base de sostenibilidad ideal. Sin embargo, lo que decían sólo se quedaba en falsas palabras que lamentablemente todos los inversionistas minoritarios creyeron. Y fueron estos los que se llevaron la peor parte en la historia del fraude.

Para entender mucho mejor la situación de ENRON, se hará un análisis de algunas de las variables de intensidad moral que más se relacionan con el caso. Es decir, se hará una observación de distintos factores decisivos en la empresa que no permiten ver la situación real con la claridad suficiente.

Ø   Magnitud de las consecuencias

Nuestra apreciación moral sobre algo cambia en función al tamaño de las consecuencias que eso tiene.

En este caso, los ejecutivos tomaron acción frente a las consecuencias y realización distintas acciones para que salieran lo más ilesos de la encrucijada a la que se habían metido por los malos manejos financieros.
Cuando se veía cerca el descubrimiento del fraude corporativo, los ejecutivos comenzaban a notar las consecuencias de sus acciones. Y como salida, los mismos aseguraron su propio bienestar vendiendo sus acciones. Al quebrar ENRON los ejecutivos tuvieron ganancias grandísimas que denotaban, una vez más, su poca filosofía magnánima con los menores inversionistas, al no comunicar lo que ya se venía venir. Las ganancias de los ejecutivos:
  • Ken Lay 53 millones
  • Cliff Baxter 35 millones
  • Skilling 200 millones
Estas sumas de dinero demuestran, de alguna manera, que su venta bursátil fue realmente exitosa, pero ¿a costa de qué? De la estafa corporativa. Los líderes empresariales sólo vieron, probablemente, como único medio, para no salir perjudicados, no decir nada acerca del déficit financiero de ENRON, de esta manera, al ver el tamaño de las consecuencias de sus malos manejos empresariales, se vieron obligados a la venta de sus valores bursátiles para que no perdieran económicamente. ¿Y qué hubiera pasado si todavía se seguía sin ver ningún déficit? Con seguridad, ellos todavía no hubieren actuado, su opción por un estilo de vida que incluía la ceguera ambiciosa terminaba cuando notaban que la obtención de más dinero se veía en peligro.

De alguna manera, ellos tenían que mantenerse ganadores con sus jugadas inteligentes, como mencionaban en la prensa: ENRON era un lugar sólo para inteligentes. Lo que no mencionaron fue que esto sólo debía cumplirse, principalmente, en aspectos financieros porque el límite de su inteligencia, para ellos, terminaba en la decisión de aspectos éticos.

Ø  Consenso social

Es cuando algo no parece  ni tan  malo ni tan bueno porque todos aceptan y practican lo mismo.

Skilling, CEO de ENRON, se centró en las relaciones públicas y mencionaba por todos los medios de comunicación posibles que ENRON era una empresa plenamente confiable en donde la inversión que uno hacía, con seguridad, iba a traer ganancias: “con ENRON no había pierde ¿qué esperan para invertir?” mencionó una periodista que entrevistó a Skilling mientras todavía se mantenía la empresa en una buena posición económica.

“Nos gusta el riesgo porque arriesgándote es la única manera de ganar dinero” mencionó Skilling en alguna de sus entrevistas durante el apogeo de ENRON. Idea que manifiesta el carácter osado de este ejecutivo. Y, en definitiva, la misma característica que hace notar su extrema autoconfianza al tomar decisiones que más adelante llevó a la quiebra a su empresa.

Skilling siempre mostró una falsa cara de éxito de ENRON a la sociedad y, aprovechándose de la confianza de su palabra, convenció a todos de que esto era cierto. Se llegó a una especie de consenso social al aceptar, ciudadanos y empresas, que no había pérdida alguna si se invertía en ENRON, dada la seguridad de Skilling al engañar a todos frente a la prensa.
Asimismo, hasta los mismos periodistas se veían convencidos en que esta inversión iba a traer utilidades y manifestaban el ¿por qué no invierte en ENRON? a través de sus medios de comunicación. Todo esto, principalmente por las altas cotizaciones en bolsa, las mismas que resultaron ser una estafa al final de la historia.

Inclusive, los analistas de Wall Street también recomendaban la inversión en ENRON. La mayoría menciona porque confiaban plenamente en lo que Skilling les decía.



Ø  Probabilidad de efecto
Se da cuando algo no nos parece tan malo porque creemos que no va a pasar nada.

Dentro de ENRON, se manejaba un modelo de negocio relacionado con la bolsa de valores, en un comienzo, se creyó que no iba a traer consigo grandes consecuencias, pero terminó siendo participe de un nuevo sistema de seudo-negocio, el mismo que causó las mayores desvariaciones financieras, y con ello la quiebra corporativa.

El negocio de sistema de valoración de inversiones a precio de mercado permitía a ENRON reservar beneficio futuros potenciales justo en el momento de cierre de algún negocio[1]. Sin lugar a duda, se veía como una innovación empresarial de parte de Skilling, autor de una nueva forma de obtención de ganancias, y sí, en definitiva hubieron grandes ganancias: ganar dinero fue la reafirmación de que podía ser algo grande.

Sin embargo, Skilling veía como único objetivo la obtención de más y más dinero sin contar las consecuencias de cómo lo iba a hacer. Es así, Skilling volvió a actuar y creo una pseudo-empresa, junto con otros, dentro de la misma corporación sólo para sacar mayores ganancias para él y para sus allegados. El maquillaje financiero que utilizó con la ayuda del director financiero Fastow, para realizar sus fraudulentos movimientos, repercutió en el sistema de valoraciones del comienzo, de esta manera la empresa perdía dinero y mostraba ganancias falsas a la sociedad.

Se creyó que podría manejarse este seudo-negocio, y lo más resaltante es que Skilling considero que no hacía ningún acto anti-ético ocultando todo lo sucedido. Jeffrey Skilling, CEO de ENRON, mantiene su posición de que trabajó, en todo momento, en beneficio de la compañía, y lo manifestó frente al juzgado en donde se veía el caso de fraude.

La fe casi religiosa a su inteligencia en negocios, hizo que Skilling confiara en que no iba a pasar nada malo y por eso nunca le pareció tan malo las decisiones que tomaba, sin embargo, no fue así.



Ø  Concentración de efecto
Es cuando el mismo efecto no parece tan malo cuando se distribuye en mucha gente que cuando se distribuye en poca gente.
Se hace evidente que los actos anti-éticos en ENRON eran casi una cultura dentro de la alta gerencia. No tan sólo por las acciones conocidas de Skilling o  Clay, presidente de ENRON. Sino también, por otros ejecutivos en la empresa.
Estos comportamientos vacíos y sin ningún fin más que aumentar su ego a través de grandes sumas de dinero, eran características no tan sólo dentro de las actividades empresariales, sino también de su falta de ética  a un nivel personal. Un ejemplo: Lou Pai, director general de ENRON.

El mismo que se fue de la empresa con 250 millones de dólares al vender todas sus acciones de la empresa antes de que el proceso de declinamiento financiero se note en la prensa. Fue tan rápida su salida de la empresa como dudosa las razones exactas del por qué lo hizo. Este ejecutivo, evidentemente, notó que ENRON era un castillo de naipes, y se método de seguridad fue alejarse antes de que la bomba estallara.

En algunas entrevistas, se manifiesta el estilo de vida de este hombre, quien además de ser eremítico en sus actitudes con los demás ejecutivos, notaba comportamientos que dejaban mucho que desear como persona. Él tenía una gran afición por asistir a fiestas con bailarinas para su diversión propia, sin considerar el hecho de que estaba casado. La mayoría de ejecutivos en la empresa sabían este comportamiento. Él renunció a ENRON mientras se divorciaba de su esposa y comenzaba su nueva vida con una bailarina y los 250 millones que ganó al vender sus acciones.

Al parecer, nunca fue tan malo los distintos actos faltos de moral y ética dentro de la empresa tanto en ámbitos empresariales como a nivel personal.

Realizado por: Laurita Florez Luque.






[1] ENRON, los tipos que estafaron a América

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